Rob Sloan es un corredor británico de 31 años que se las prometía muy felices en el maratón de Kielder, prueba disputada en el norte de Inglaterra. Sloan terminó la carrera con un tiempo de 2 horas y 51 minutos que le valió la medalla de bronce, aunque desde el mismo momento en el que cruzó la meta las dudas comenzaron a centrarse sobre su figura.
El polémico corredor quedó tercero en la carrera, pero las sospechas llegaron conforme iban llegando los competidores que en principio habían llegado por detrás de Rob Sloan. Estos corredores afirmaron rotundamente que no habían visto pasar a su lado a Sloan, y mucho menos les había adelantado durante la prueba.
Ante las críticas, el atleta británico, orgulloso por su medalla, se mostró visiblemente molesto y afirmó a la BBC, medio que publica esta curiosa historia, que las sospechas que se cernían sobre su persona eran "ridículas", aunque no tardó en derrumbarse para admitir que había decidido tomar un autobús a diez kilómetros del final de la prueba.
Sloan se subió al vehículo, puesto por la propia organización para trasladar al público a lo largo del recorrido de la maratón, en el kilómetro 32 para apearse a poca distancia de la meta, situada a 42 kilómetros de la salida. Todos quedaron sorprendidos con esta engañifa del corredor, aunque quizás lo más increíble de esta historia es saber cómo Rob Sloan no acabó ganando la carrera contando con la ventaja de unas trampas que acabaron siendo descubiertas.
Fuente: eurosport
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