Manuel Boga, vecino de L’Hospitalet de LLobregat (Barcelona, España), cuenta que no pudo evitar la tentación de pegar un bocado a la barra que llevaba en la bolsa para acompañar la tapa de queso que se acababa de pedir en el bar. La sorpresa fue mayúscula cuando al llevarse el trozo de pan a la boca encontró un trozo de diente, ajeno.
«Cuando lo vi me entró de todo, creo que una cosa así no puede quedar en una simple anécdota», reivindica Boga, quien reclama explicaciones a los fabricantes del producto, una empresa que elabora, entre otros, pan precocido cuya última manipulación corre a cargo de los negocios que lo venden.
Si el pan, además de harina y trigo, tiene de “regalo” relleno de dientes, lo mínimo que esten limpios.
Así lo ha hecho constar en los juzgados y en la Oficina Municipal de Información al Consumidor (OMIC) de su localidad. Dice que aún no se ha recuperado del malestar que le produjo semejante hallazgo y exige una explicación. ¿Cómo llegó hasta allí ese cuerpo? Difícil respuesta tendrán los responsables de sanidad a los que la OMIC, segun fuentes de este departamento municipal, derivarán el curioso hallazgo, una de las pocas denuncias relaciondas con temas alimentarios que recibe esta oficina (el 99% de las alrededor de 2.000 quejas anuales corresponden a otros ámbitos).
Tanto fuentes de la fábrica como de la empresa que distribuye los productos pusieron en cuarentena el hallazgo y vieron harto improbable, explicaron, que en los habituales controles de calidad que realizan en todos los productos que utilizan para la elaboración del pan se les pudiera pasar por alto la presencia del presunto trozo de diente. Como fuere, Boga guarda la pieza que personas del bar vieron cómo encontró tras pegarle un buen bocado al pan y no descarta buscarse un abogado.